La comida de mi abuela: Una chef aspira a llevar sus sueños y las recetas de su abuela a lo alto

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Siabe Photography

Vanessa Vianey Abeja prepara comida en su cocina.

Vanessa Vianey Abeja, no siempre había vendido la comida mexicana que preparaba en su casa, y mucho menos interactuaba con clientes con facilidad.

Pero con el apoyo de su abuela materna, Elisa, la joven empezó a vender uchepos y corundas frente a su casa, en La Villita.

Al principio Vianey se sentía tímida y tenía miedo de vender frente de su casa pero su abuela la ayudó a enfrentar ese temor.

Vianey recuerda el momento en que su abuela la miró a los ojos y le dijo: “¿Miedo de que? No más hazlo.”

La franqueza de su abuela le dio a Vianey la confianza que le faltaba. Continuó vendiendo en el mismo lugar, entre las calles 28 y Drake, hasta que el verano terminó.

“A veces otros ven en ti cosas que aún no puedes ver en ti misma”, Vianey dijo, al reflexionar sobre ese momento.

En aquel tiempo, Vianey solo vendía uchepos y corundas, dos comidas originarias de Michoacán, México, el estado natal de su abuela Elisa.

Los uchepos son variantes de los tamales tradicionales, pero se preparan con granos de maíz frescos y otras especias, los cuales dan un sabor dulce. Las corundas se envuelven en hojas del tallo de maíz fresco y son caracterizadas por su forma triangular.

Vianey aprendió a preparar las comidas “ricas y simples” de su abuela durante la pandemia en 2020. Elisa le enseñó cómo hacerlos después de que Vianey dejó su trabajo para vivir con ella y cuidarla después de que se contagió del virus COVID y una caída que tuvo.

Por muchos años, Elisa fue una ama de casa que cocinaba todos los días y se dedicó a cuidar a su familia y a sus nietos. Vianey recuerda como observaba y ayudaba a su abuela en la cocina; son memorias que siempre guarda en el corazón.

Los últimos años de Elisa estuvieron  llenos de amor y el cuidado de su familia. Pero Vianey dijo  que a su abuela no le gustaba que tuvieran que cuidarla porque se sentía como una carga para la familia.

Su abuela Elisa falleció a los 92 años en febrero de este año.

“Yo creo [que] ella ya estaba lista para partir”, dijo Vianey.

Vanessa Vianey Abeja prepara unos uchepos con su abuela, Elisa Abeja.
(Vanessa Vianey Abeja | La DePaulia)

Elisa nació el 14 de abril de 1931 en Nocupetaro, Michoacán, conocido como “uno de los municipios más pobres” del estado de Michoacán. Cuando conoció a su esposo, Abram Abeja, decidió junto con él mudarse a Chicago.

Vianey escribió en su columna, en Familia Kitchen, que su difunto abuelo Abram le contó que las razones por las cuales se mudaron a los Estados Unidos fueron la fe y la comida.

“Porque nunca quisieron ver a su familia morir de hambre así”, dijo Vianey. “Cuando no creces con mucha comida, lo es todo. Mientras tuvieran comida en la mesa, la familia estaba bien”.

Años después, Vianey se graduó de una escuela culinaria. Ella asistió en la escuela Food He.ro, la primera escuela culinaria dirigida por latines para latines.

“Desde que conocí a Vianey, ha mostrado una inmensa pasión por la cocina, particularmente compartiendo recetas culturales y rindiendo homenaje a su abuela”, dijo Mila Johnson Pérez, mentora de Vianey. “Ella tiene un verdadero deseo de traer alegría a los demás a través de su cocina”.

Vianey también sigue desarrollando sus habilidades para conectar y comunicar con la gente. Ya ha tomado grandes pasos en rumbo a esta meta al abrir su cuenta de Instagram dedicada a compartir sus recetas y aventuras como chef.

Recientemente inició un segmento llamado “Vivi’s Table”, donde cocina en vivo y se une con líderes de la comunidad para discutir varios temas.

“Ella realmente se dedica a ayudar a tantas personas como puede, con lo que puede. ¡Soy su fan número uno!,” dijo su novio, Ryan Alexander.

Vianey aspira a convertirse en chef privada y llevar alegría a la gente a través de la cocina.

Su sueños  en su carrera de chef son grandes, pero al final, ella simplemente quiere, “unir a la gente y pasar un buen rato con buena comida, tal como recuerdo mi infancia”. Una infancia en la que, gracias a su abuela Elisa, aprendió sobre la magia que puede ocurrir en una cocina.