‘Bomba de tiempo’: Protestas en Colombia exigen cambios sociales y reforma policial
Como muchos otros estudiantes de la Universidad DePaul, Juliana Zanubi se distrae mientras está en clases de zoom desde su casa. Sin embargo, lejos de las distracciones comunes como el ruido de sus hermanos o la comodidad de su cama, cuando ella se sienta en clase, Zanubi, una sophomore en DePaul, oye helicópteros militares, tanques ruidosos y a menudo, gritos.
Durante las últimas semanas, Colombia ha experimentado protestas y brutalidad policial en uno de los movimientos de protesta más grandes de los últimos años. Cali, la tercera ciudad más grande del país y hogar de Zanubi, es el epicentro de estas protestas.
Hasta ahora, al menos 50 han sido asesinados, cientos han desaparecido, incluso hay heridos y decenas de personas han sido agredidas sexualmente por la policía. Las protestas comenzaron el 28 de abril y fueron causadas por una reforma fiscal nacional que ha sido retirada.
Desde entonces, se ha convertido en un movimiento nacional con muchas otras demandas, incluyendo más oportunidades para los jóvenes, el fin de la violencia policial y la retirada de un plan de reforma de salud.
“[Cali] es una bomba de tiempo. Y simplemente la bomba explotó”, dijo Zanubi
Las reformas fiscales fueron un intento de equilibrar el presupuesto del país aumentando los impuestos a quienes ganan más de $656 al mes y extendiendo el impuesto a productos básicos como huevos o electricidad.
La impopular reforma fiscal provocó las protestas, pero la historia de desigualdad severa del país es lo que lo ha hecho durar, dijo Luis Martínez, profesor adjunto de la escuela de política pública harris de la Universidad de Chicago.
Covid-19 ha ampliado la brecha entre los ricos y los pobres. El año pasado, la tasa de pobreza en Colombia aumentó del 35.7 por ciento al 42.7 por ciento. El número de colombianos que viven en la extrema pobreza aumentó en 2.8 millones de personas. Mientras tanto, la economía del país bajó un 6.8 por ciento, según el World Bank.
Covid-19 aumentó los problemas sociales del país. Los altos niveles de pobreza, la falta de atención del gobierno a través del tratado de paz de 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, y una economía devastada — han hecho que el descontento se empeore.
Los activistas dicen que hay una conexión clara entre las protestas y un movimiento anterior en noviembre de 2019, donde los ciudadanos salieron a las calles por las mismas razones.
“Con esta reforma fiscal, la rabia acaba de salir una vez más. Y fue diez veces peor, tuvo tiempo [durante Covid] de crecer”, dijo Zanubi.
Las fuerzas policiales utilizadas para luchar contra los narcotraficantes y grupos guerrilleros han sido ordenadas de vigilar a los manifestantes.
“Las protestas aquí han sido violentas, agresivas, a veces por los manifestantes, pero también por la brutalidad policial”, dijo Juan Felipe Escobar Borrero, estudiante universitario en Colombia.
Los videos en los medios sociales han mostrado a la policía en ropas simples y metiendo a la gente en furgonetas y usando fuerza.
Aunque la mayoría de las protestas son pacíficas, la violencia también proviene de los manifestantes. Zanubi dijo que ha recibido amenazas por teléfono y una señal de advertencia de violencia por venir — una caja de huevos agrietados.
“Tenemos miedo de nuestros vecinos, miedo de los manifestantes, miedo de la policía. No podemos confiar en nadie”, dijo Zanubi.
Escobar-Borrero, de 20 años, vive en un barrio acomodado de Cali, cerca de donde tiradores no identificados vestidos de civil abrieron fuego contra un grupo indígena el domingo 9 de mayo.
“Vi que los helicópteros del ejército me sobrepasaba y escuché las balas”, dijo Escobar-Borrero.
Los problemas de la clase social y la educación han hecho que el país se haya polarizado .
“Los jóvenes sienten que no tienen oportunidades de continuar con sus vidas. No tienen educación, no tienen trabajo, algunos de ellos tuvieron que detener su escuela porque no tenían dinero”, dijo Lilibeydy Manrique, profesora de primaria de Cali.
“Puede haber un gran bolsillo de jóvenes sin mucha esperanza”, dijo Martínez. “Creo que la gente quiere algún tipo de reconocimiento de que sus quejas son válidas”.
Martínez dijo que los críticos de las protestas se refieren a las pérdidas económicas y los empleos perdidos que ocasionaron las protestas. Martinez dijo que sin embargo, los costos de las protestas no recaen sobre los manifestantes.
Zanubi trabaja dos trabajos, ambos virtuales a través de DePaul para mantenerse a sí misma y a su madre. Su madre perdió la mitad de sus ingresos durante la pandemia — a pesar de trabajar cinco horas más a la semana — los trabajos de Zanubi las mantienen.
En Cali, las huelgas y protestas laborales en curso dan lugar a bloqueos de carreteras que añaden horas a los trayectos normalmente cortos y un viaje a la gasolinera puede tardar cuatro o cinco horas.
“No hay comestibles y supermercados, hay grandes líneas. Y cuando entras, no hay nada dentro”, dijo Zanubi.
“Estar en Cali, ver todos los problemas… es muy diferente a verlos desde Bogotá”, dijo Escobar-Borrero, estudiante de la Universidad del Rosario en Bogotá.
Cali tiene una larga historia de conflictos sociales: Históricamente un “cóctel tóxico” de delincuencia, según Martínez, la ciudad está situada en la intersección de cuatro regiones diferentes en el país. Los afrolatinos, un grupo históricamente privado de derechos, constituyen casi la mitad de la población. La ciudad fue el hogar del infame Cartel de Cali, que dominó el comercio de cocaína durante el 1990s.
Además de ir a las protestas, la gente encuentra otras maneras de resistir.
“La educación es mi revolución”, dijo Manrique.
Manrique es cofundador del Colegio La Fontaine, una escuela primaria bilingüe en Siloé, Colombia — uno de los barrios más pobres de Cali. La escuela tiene alrededor de 200 estudiantes.
“La gente con poder, se olvida de las necesidades de la gente”, dijo Manrique.
Para ella, proporcionar una educación en inglés significa darle a sus estudiantes empoderamiento.
Como resultado de las protestas, el ex ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla y la ex ministra de Relaciones Exteriores Claudia Blum dimitieron a principios de este mes, así como todo el gabinete del alcalde de Cali. Tanto las reformas fiscales como las de salud han sido descartadas.
“La legitimidad del gobierno se acaba de romper”, dijo Martínez.
La calificación de aprobación del presidente Ivan Duque ha disminuido considerablemente durante la pandemia.
En general, este movimiento de protesta puede mostrar la fuerza de las generaciones más jóvenes, dijo Manrique. Con el advenimiento de las redes sociales y un aumento global de la desigualdad, este movimiento es sólo uno de muchos.
“No es la primera vez que sucede. No será la última vez que suceda. Y no sucede aquí. Esto es algo que sucede en todas partes”, dijo Zanubi.