‘Siempre me culpé a mí misma’, mujeres latinas cuentan su experiencia de violencia sexual dentro de la comunidad
Advertencia de contenido: esta historia incluye mención de abuso doméstico y emocional, acoso sexual, agresión sexual y violación. Si usted o alguien que conoce ha sido abusado, los recursos están disponibles a través de la Red Nacional de Violación, Abuso e Incesto (RAINN) en www.rainn.org. La línea directa nacional de agresión sexual es 1-800-656-4673.
Divulgación: Los nombres de los sobrevivientes han sido cambiados por The DePaulia y La DePaulia por su privacidad. The DePaulia y La DePaulia cambiaron los nombres de algunos presuntos perpetradores de conducta sexual inapropiada debido a su condición de estudiantes en el momento de los incidentes.
Estrella estaba en el tercer año de secundaria cuando ella y su novio, con quien llevaba tres años, tuvieron otra discusión sobre él tocándola inapropiadamente en público. Ya sea tocándola o hablándole irrespetuosamente frente a sus amigos, cada discusión resultaba en él llorando y dándole regalos, intentando ganar su perdón.
Los dos habían manejado a un área aislada tarde una noche para discutir el comportamiento de él. Estrella dijo que a pesar de tener la intención de terminar su relación con él esa noche, sus promesas de cambiar le dieron esperanza y la mantuvieron en la relación por un año más.
Hablaron por una hora esa noche. Tiró las flores, la chaqueta, el suéter y la bufanda que le regaló a Estrella a los asientos traseros de su auto. Comenzó a besarla y se puso encima de ella.
“Siempre me culpo a mí misma porque pienso ‘¿por qué dejaría que eso sucediera?’”, dijo Estrella.
Estrella, estudiante de segundo año en la Universidad DePaul, se encuentra entre las muchas mujeres que se culpan a sí mismas por la violencia sexual que han sufrido. De cada 1,000 casos de agresión sexual, 310 no se denuncian a la policía, según RAINN, la organización de violencia sexual más grande de los Estados Unidos. Estrella es una de estas mujeres.
Ella dijo que no fue hasta dos meses después de que su relación terminó que se dio cuenta de que su ex novio la había asaltado sexualmente.
Ella dijo que no pudo reconocer la gravedad de la situación en parte por la forma en que sus padres latinos la criaron para apoyar a los hombres y cuidarlos.
Estrella dijo que le comunicaba vagamente a su madre los muchos casos en que su novio la hacía sentir incómoda, pero su madre le sugería que “así son los hombres”.
“Mis padres eran anticuados en ese sentido, me hacían pensar que si un hombre me hacía algo era por mi culpa”, dijo Estrella, haciéndola creer que la forma en que la estaban tratando era normal.
Estrella dijo que la masculinidad tóxica, la expectativa cultural de que los hombres se comporten de formas estereotípicamente masculinas, como ejercer dominio o agresión, prevalece en la cultura latina. De 5.4 millones de mujeres hispanas, el 36.1 por ciento ha sufrido violencia sexual, según la Encuesta nacional de violencia sexual y de pareja íntima de 2010.
Nina Wilson es una profesora de estudios de género en la Universidad DePaul y trabajadora en el equipo de educación de Resilience, una organización de recursos de violencia sexual sin fines de lucro. Ella dijo que la masculinidad tóxica y la misoginia son una respuesta al maltrato histórico de las comunidades negras y latinas.
Wilson dijo que cree que las dos son respuestas naturales a sistemas de violencia como la colonización, el imperialismo y variantes contemporáneas del capitalismo y el neoliberalismo.
“Muchos de estos procesos utilizaron la violencia de género para causar daño y, lamentablemente, las personas negras y latinas tuvieron que asimilarse, sucumbir y perpetuar roles de género dañinos, o morir”, dijo Wilson.
La perpetuación de la violencia sexual no es exclusiva de las comunidades latinas.
“Realmente es un problema sistémico, sucede en todas partes”, dijo Wilson.
La violencia sexual contra las mujeres de color tiene raíces profundas en la historia de los Estados Unidos. Las mujeres negras esclavizadas fueron violadas por su esclavista blanco, según Prevent Connect, un proyecto nacional que ayuda a prevenir la agresión sexual y la violencia en las relaciones. Después de que terminó la esclavitud, la violencia física y sexual siguió siendo prominente contra las comunidades negras e indígenas, provocando que las mujeres negras se convirtieran en algunas de las primeras mujeres en romper el silencio sobre la violación.
“Particularmente en la comunidad de mujeres de color, donde ya existen otras formas de trauma, como la opresión sistémica y la discriminación, pueden experimentar una respuesta intensa o empeorar los síntomas que ya tenían [por la violencia sexual]”, dijo Sara Heidbreder, especialista en sexualidad y en prevención de la violencia en las relaciones en DePaul.
Yasmine es otra latina que sobrevivió la violencia sexual.
Durante las vacaciones de invierno cuando estaba en la secundaria, Yasmine, de 15 años, estaba fumando marihuana con su amigo en su habitación. Los dos se habían conocido el verano antes del octavo grado y habían establecido una buena amistad, a menudo uniéndose por problemas familiares similares que enfrentaron durante la niñez.
Después de fumar, le ofreció una pastilla amarilla de Xanax. Aunque dudaba en tomarlo, Yasmine dijo que sucedió rápidamente y su amigo le aseguró que todo estaría bien. Yasmine dijo que la convenció aún más diciéndole a Yasmine que su novio vendría pronto.
El novio de Yasmine nunca vino esa noche.
En unas pocas horas, Yasmine y su amigo se terminaron un frasco entero de Xanax.
Yasmine dijo que no recuerda nada de esa noche. Más tarde, en su teléfono, encontró una imagen de ella y su amigo acostados en su cama. En su mano había 13 pastillas amarillas que se habían tomado
Yasmine despertó al día siguiente y su amigo le dijo que habían tenido sexo.
“Ni siquiera podía creerlo, estaba tan asombrada y asqueada”, dijo Yasmine.
No fue hasta dos años después cuando Yasmine cayó en un episodio depresivo porque ya no podía mantenerse en silencio, así que le dijo a sus padres que había sido violada.
Yasmine recuerda que su padre le preguntó si alguien la había tocado y la forma en que eso provocó sus emociones.
“No iba a mentir, simplemente comencé a llorar desesperadamente ”, dijo Yasmine. “Inmediatamente supieron que algo había pasado. Me derrumbé y les conté toda la situación, todas las drogas, todo”.
Rocío Lozano, directora del programa de agresión sexual de Mujeres Latinas en Acción, dijo que todavía existe un estigma en la comunidad latina cuando se trata de encontrar ayuda profesional.
“[A los latinos] nos importa mucho lo que nuestra familia piensa de nosotros, culturalmente siempre estamos tratando de complacer a la familia, y al tratar de complacer a la familia, o para evitar lo que dirán, entonces no buscamos servicios”, dijo Lozano.
Los sobrevivientes también a veces niegan buscar ayuda profesional porque el perpetrador podría vivir cerca, como en la misma cuadra, edificio de apartamentos o vecindario, dijo Lozano.
La violencia sexual que la mayoría de los niños y adolescentes enfrentan es cometida por alguien que conocen. De los casos de abuso sexual denunciados a las fuerzas de orden público, el 93 por ciento de las víctimas juveniles conocían al perpetrador, según RAINN.
“El hecho que sea una persona conocida para sobrevivientes ya es traumático y les previene en pedir ayuda”, dijo Lozano.
Heidbreder dijo que los sobrevivientes deberían estar empoderados para tomar sus propias decisiones sobre a quién y dónde buscar ayuda.
Para Estrella, buscar ayuda profesional fue difícil, sentía desconfianza en las instituciones predominantemente blancas.
“La mayoría de los terapeutas blancos no entenderían las diferencias culturales de la misma manera”, dijo Estrella.
Heidbreder dijo que para algunos, comunicarse con la familia o los miembros de la comunidad puede sentirse mucho más seguro que comunicarse con los profesionales.
Megan Greeson, experta en psicología y violencia de género en la Universidad DePaul, dijo que buscar ayuda profesional puede ayudar a los sobrevivientes a sobrellevar algunas de las repercusiones de la agresión sexual, como ansiedad, depresión, abuso de sustancias, autolesiones, trastornos alimentarios y más.
“Lo más importante es creerles y compartir empatía”, dijo Greeson. “No los cuestione ni los juzgue ni sugiera que el sobreviviente debería haberse comportado de manera diferente’.
Estrella dijo que los sobrevivientes deben tomarlo minuto a minuto.
“Es tan difícil cuando te das cuenta de lo que te ha pasado”, dijo Estrella. “Te sientes tan desnuda, no importa cuántas capas te pongas, intentas restregarlo en la ducha, intentas hacer todo lo posible para quitarte esa sensación. No importa que tan fuerte alguien te abrace, simplemente te quedas con ese sentimiento, pero eventualmente desaparece. Lo sientes de vez en cuando, pero mejora”.
Mujeres Latinas en Acción tiene tres ubicaciones en Chicago: Pilsen, Brighton Park y North Riverside. Los servicios bilingües están disponibles para cualquier persona sin importar su estatus migratorio.
Para obtener ayuda las 24 horas, llame a la Línea Directa de Crisis por Violación de Chicago al 888.293.2080.