Pocos saben que los orígenes de la píldora anticonceptiva se remontan a Puerto Rico, aunque en 2017 cerca del 65% de las mujeres estadounidenses entre 15 y 49 años usaban algún método anticonceptivo, y casi el 13% dependía de la píldora.
Las Borinqueñas, presentada por Vision Latino Theatre Company, cuenta la historia de las mujeres puertorriqueñas que participaron en los estudios iniciales de la píldora y cómo fueron utilizadas como sujetos de prueba por médicos estadounidenses. La obra, presentada en el espacio de Chicago Dramatists, es conmovedora y poderosa; una lección ausente en los libros de historia.
En la década de 1960, los científicos introdujeron la primera forma de anticonceptivo combinado para las mujeres estadounidenses. Su aprobación fue vista como un catalizador de la revolución sexual y una victoria para las mujeres del país.
Pero esa victoria tuvo un precio.
Un alegre locutor estadounidense (Nelson Rodríguez) nos transporta al Puerto Rico de los años 50, poco después de que la isla se convirtiera en un Estado Libre Asociado. Allí conocemos a cinco mujeres —cada una con una visión distinta de la feminidad, la maternidad, el sexo y el imperialismo estadounidense.
Rosa (Daniela Martínez) y su hermana Chavela (Audrey Romero) viven dedicadas a sus familias. Yolanda (Alyssa Corrigan-Cuadrado), una católica conservadora, trabaja como enfermera en una clínica de salud familiar, pero la abandona para centrarse en su hogar. Su hermana Fernanda (Alondra Ríos) ama a sus hijos, pero siente resentimiento hacia su esposo y las exigencias de la maternidad.
Las mujeres se ven obligadas a enfrentar sus propios fantasmas cuando María (Kidany Camilo), una feminista y activista social, regresa a Puerto Rico tras un tiempo los Estados Unidos. Las cinco crecieron siendo inseparables, pero se distanciaron por diferencias políticas.
El público descubre que Fernanda y María estuvieron enamoradas desde niñas, pero sus familias las separaron. Yolanda guarda rencor hacia María por esa relación y no duda en hacérselo saber.
Chavela anuncia que una nueva doctora asumirá la clínica local, la Dra. Edris Rice-Wray (Katherine Schwartz), quien promete llevar el “progreso americano” a la isla mediante innovadores programas de “planificación familiar”.
Fernanda y María reavivan su amor, pero la chispa se apaga cuando Fernanda descubre que está embarazada otra vez. Abrumada por la maternidad, busca practicarse un aborto ilegal.
Nunca regresa a casa: su vida termina durante el riesgoso procedimiento.
La muerte de Fernanda marca el clímax de la obra y transforma su tono de jovial a profundamente triste.
Las cuatro amigas restantes enfrentan su dolor y su rol en un mundo dominado por los hombres, agotadas por las exigencias de la maternidad y del imperialismo —sin verdadera libertad ni opciones reales.
La Dra. Rice-Wray también lucha con sus propios demonios. Sus colegas le insisten en usar a las mujeres de la isla como sujetos de prueba para un nuevo anticonceptivo, pese a los riesgos desconocidos.
Las puertorriqueñas se convierten así en conejillos de indias, alentadas a tomar medicamentos no aprobados para beneficio del sistema médico estadounidense.
El diseño escenográfico de Shayna Patel recrea una casa isleña ornamentada, ideal para el espacio íntimo de Chicago Dramatists. Patel evoca nostalgia y familiaridad, incluso para quienes no tienen conexión con Puerto Rico.
El dramaturgo Nelson Díaz-Marcano equilibra el realismo con momentos surrealistas, utilizando estos últimos para intensificar la tensión emocional. El público observa en silencio, como testigo de las conversaciones entre Yolanda y la Dra. Rice-Wray.
El director Xavier M. Custodio logra una relación impecable entre el elenco y el público, situando a los espectadores como testigos directos de una historia vergonzosa de imposición estadounidense en la isla.
Destacan las interpretaciones de Kidany Camilo (María) y Katherine Schwartz (Dra. Rice-Wray).
Camilo encarna a María como una fuerza imparable, símbolo del progreso feminista y de la resistencia puertorriqueña, enfrentándose sin miedo a la doctora “bienintencionada” pero ignorante. Schwartz, por su parte, ofrece una actuación impecable, representando a la clásica mujer blanca que, pese a sus buenas intenciones, perpetúa el daño sistémico.
Cada actriz y actor deja el alma sobre el escenario. Las Borinqueñas es ingeniosa y conmovedora, y arroja luz sobre un capítulo inconcebible de la historia estadounidense.
El sistema médico de EE. UU. aún tiene cuentas pendientes con su trato histórico hacia las mujeres y las personas racializadas. Nelson Díaz-Marcano y Vision Latino logran educar al público a través de una historia centrada en la fuerza, la resistencia y la esperanza de las mujeres puertorriqueñas.
Las Borinqueñas estará en cartelera hasta el 9 de noviembre de 2025 —una puesta en escena auténtica que no debe perderse.
