Artistas latinos dejan la marca de su activismo en Chicago
El arte es más humano que incluso la ciencia. Ha sido una constante forma de expresión desde antes de que el lenguaje escrito apareciera; la primera muestra de escritura fue creada hace unos 5,500 años, mientras que la primera pintura rupestre encontrada fue creada hace 40,000 años.
El arte es parte de la humanidad. Es una semilla que como humanos plantamos para que en un futuro podamos ver sus retoños y sus frutos. Como dice la frase popular, “quisieron enterrarnos pero no sabían que éramos semilla.”
Así que tiene todo el sentido del mundo que sigamos usando el arte para buscar afectar el mundo que nos rodea. Es una herramienta excelente para comunicarnos más allá de lo que otros medios nos permiten y, a veces, poder tener un mensaje más directo para la gente común.
Y de esa forma el activismo y el arte han sido excelentes aliados a través de la historia; desde música que protesta en contra de la discriminación hasta pinturas que reflejan los horrores de una guerra que algunos poderosos han intentado invisibilizar.
Porque es que, como me lo dijo KiD, activista, artista y fotógrafo de Pilsen, “el arte es revolucionario”.
Para él, el arte funciona como un reflejo del presente, pero también es una forma de conectarse con la comunidad. Es la forma de dar tu punto de vista, compartir tu historia, y nos recomienda hacerlo mientras podamos. Y es claro para él que una de las características que hace que el arte sea un medio incluyente es que “cualquiera lo puede hacer”.
Y en este punto está de acuerdo Chris Cervantes, artista digital de South Side, que opina que “el arte digital democratiza la participación”.
Cervantes empezó con el arte digital porque tenía ganas de crear, pero no necesariamente tenía a mano ni lienzo ni pinturas.
Y él enfatiza la importancia de “crear una narrativa”, “ser parte de la conversación” y, frente al mensaje que quieres dar, “decirlo fuerte y honestamente”. Él recomienda que no nos preocupemos demasiado por estar correcto, sino que sigamos creando y participando.
En eso, finalmente, se parecen mucho el arte y el activismo, ¿no? El acto de hacer, de actuar, es lo que contiene el mayor valor.
Y así es como lo pensaba también Frillz, muralista e ilustrador, cuando de pequeño salía en bicicleta por las calles de Logan, veía el arte y pensaba: “Yo también podría hacerlo.”
“Quiero que mi arte inspire a otros a crear también”, dijo Frillz.
Ese es otro factor que tienen en común el arte y el activismo: Son contagiosos. “El arte es una gran forma de comunicar mensajes” y por esto que “las posibilidades son infinitas”.
Milton Coronado, reconocido muralista y activista, comenta que el arte puede servir como un “llamado a la acción” para una comunidad y que, en el caso de los murales, tienen “una fuerte conexión con la cultura latinoamericana”.
Su mensaje hace especial énfasis en buscar la resolución de conflictos sin usar violencia. Su arte, para él, le ayuda a “compartir su experiencia”, “a mandar un mensaje para exigir un cambio” y para crear “oportunidades para el diálogo” entre grupos con posiciones y perspectivas diferentes.
Finalmente dijo que espera que su arte sirva como un plan a largo plazo para el cambio, buscando “influir en las futuras generaciones”. Y, sinceramente, creo que se está logrando.
Mi pregunta central desde el inicio de la investigación para esta pieza fue “¿es el arte un buen medio para el activismo?” y es claro que es de los mejores.
No solo por su accesibilidad, sino también por su capacidad para enviar mensajes que tienden a ser, a veces, incluso más poderosos que con palabras.
Me queda claro que la fuerza que tienen murales, fotos, ilustraciones, arte digital y muchos otros tipos de arte para promover el cambio es gigantesca. Y es esta la interpretación que yo le doy a la famosa frase de Emma Goldman “Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa”: La revolución puede ser exitosa o fallida, pero son el arte y la cultura las que mantienen viva la lucha.