Sangre y alcohol: la historia del Cinco de Mayo
Las imágenes que les vienen a la mente a la mayoría de los residentes de los Estados Unidos cuando piensan en el Cinco de Mayo son banderas mexicanas, sombreros, bigotes largos, tequila y, en general, un ambiente de celebración y fiesta. Pero, ¿de dónde viene esta celebración y cómo ha cambiado con el paso del tiempo?
Era cerca del mediodía del 5 de mayo de 1862, cuando los soldados mexicanos que defendían la ciudad de Puebla vieron al ejército francés marchar hacia su posición. Estos eran días oscuros para la nación de México. Habían perdido la mitad de sus tierras ante los Estados Unidos hace menos de dos décadas, la deuda paralizante con las naciones europeas había empobrecido a todo el país, la división entre conservadores y liberales no podía ser más profunda, y ahora el ejército francés había llegado a reclamar a México como suyo.
Estos jóvenes e inexpertos soldados mexicanos nunca hubieran creído que horas después estarían festejando mientras el ejército francés, el mismo que a principios de siglo había iniciado una guerra contra toda Europa y casi ganan, se retiraba bajo una fuerte lluvia.
“Sí, celebramos la victoria del ejército mexicano sobre el ejército francés que invadió México, se conoce como la Batalla de Puebla”, dijo Benjamín Villanueva García, residente de Cancún, México, de 43 años. “En México es más una celebración patriótica, en el sentido de que un ejército invasor extranjero fue derrotado”.
El recuerdo de esta batalla llena de orgullo a la mayoría de los mexicanos. En aquella época, la idea de México como una nación soberana estaba siendo constantemente desafiada tanto por fuerzas externas como internas, y la victoria en Puebla parecía un motivo para sentir orgullo y esperanza, como que lo imposible era posible.
Juan Mora-Torres, profesor asociado de Historia Latinoamericana en la Universidad DePaul y autor del libro “La creación de la frontera mexicana”, le dijo a La DePaulia lo que significa el Cinco de Mayo para él.
“Desde su independencia, [México] había sido un país dividido, sin sentido de nación, todo tipo de conflictos políticos y conflictos militares entre ellos “, dijo. “Perdieron la mitad del territorio a los EE. UU. Las cosas no iban bien, ¿verdad? Entonces, [La Batalla de Puebla] fue como la primera sensación de que algo bueno sucedía desde la independencia”.
Lamentablemente, duró poco. Francia continuó su campaña para tomar el control de México y terminó logrando instalar a Maximiliano I como emperador de México. Pero La Batalla de Puebla terminó convirtiéndose en un poderoso símbolo para los mexicanos residentes en Estados Unidos.
Mora-Torres sugiere que la fecha todavía se recuerda, no necesariamente porque la victoria haya tenido implicaciones importantes en ese momento, sino porque resonó con otras luchas que los mexicanos, y luego toda la comunidad latina, enfrentaban en los EE. UU . A medida que pasaban los años, diferentes generaciones de latinos en los EE. UU. podrían ver sus propias luchas contra fuerzas inmensamente poderosas como un paralelo a lo que sucedió en Puebla hace siglos.
“Cada generación obtiene un significado diferente del Cinco de Mayo”, dijo. “Y en mi caso, la juventud de mi generación encontró valor en eso porque ese fue el momento del Movimiento por los Derechos Civiles”.
Delia Cosentino, profesora asociada de Historia del Arte y la Arquitectura en la Universidad DePaul, tuvo una opinión similar sobre el tema.
“Para aquellos que conocen la historia, tiene sentido querer celebrar una especie de pelea de David y Goliat en la que el jugador menos poderoso gana la batalla (es decir, México contra Francia)”, dijo Cosentino. “Podría ser una analogía para las comunidades marginadas en los EE. UU. que se sienten empoderadas frente a las agresiones políticas y sociales de los anglosajones hacia los latinos y los mexicoamericanos en particular”.
“Cualquier festividad que reúna a personas de una herencia compartida puede servir como una forma de pegamento social, brindando un sentido envalentonado de comunidad”, continuó.
Este de Los Ángeles, 5 de marzo de 1968. Comenzó con los estudiantes de Garfield High School organizando una huelga y terminó con miles de estudiantes latinos saliendo de sus propias escuelas por toda la ciudad. Ni siquiera la policía pudo silenciar al movimiento chicano que exigía ser escuchado.
Estos estudiantes se opusieron al racismo estructural del gobierno que los despojó de sus derechos y de sus identidades, y al racismo cotidiano que los alejó de las oportunidades de una vida mejor y del respeto que merecían. Esperaban que algún día superarían las adversidades y despertarían en un país que no los tratara como ciudadanos de segunda clase.
Hoy, el Cinco de Mayo se celebra en Estados Unidos con bailes folclóricos y mariachis, con sombreros y fuegos artificiales, pero sobre todo con enormes cantidades de cerveza y tequila. De acuerdo a Nielsen, una firma de datos y medición de mercado, se compraron cerveza y bebidas de malta por un valor de más de $735 millones en los EE. UU. en el Cinco de Mayo de 2016.
Mora-Torres explica que cuando hay potencial de ganar dinero, las empresas lo aprovechan. Margaritas, tequila, cervezas mexicanas, nachos: todos estos se han convertido en parte de la celebración del Cinco de Mayo.
“Hay que celebrar”, dijo Mora-Torres. “Ahora la celebración ha tomado control y la política se ha descuidado, ¿verdad? Pero cada generación encontrará algún valor en el Cinco de Mayo”.
“En mi generación, se trataba de derechos civiles”, dijo Mora-Torres. “Y así, los jóvenes encontraron su agenda. Y creo que usarán el Cinco de Mayo como metáfora, porque es un evento que destaca la lucha de David contra Goliat […] Pero no tengo problema en celebrarlo. Bueno. Ha sido un invierno muy largo. Llevamos dos años con el Covid”.
Es mayo de 2022, Chicago. Mientras atravesamos un invierno que no quiere terminar, escribo este artículo en mi habitación mientras se pone el sol. Como estudiante latino en los EE. UU., no puedo apartar mi mente de las luchas actuales: como todavía hay personas que son tratadas como ilegales por tomar una decisión difícil para forjarse un futuro mejor, o como todavía los estereotipos en torno a los latinos enmarcan lo que se espera que seamos capaces, o como los vecindarios con una mayoría de población latina están siendo descuidados incluso en una ciudad que se enorgullece de ser liberal. Al final me siento aliviado, porque sé que la razón por la que David vence a Goliat es porque nunca deja de tirar piedras.