OPINIÓN: No más ‘chancla’: Abuso y disciplina de los padres en la cultura latina
En la cocina, Doña Inés prepara el almuerzo para la familia. Lo hace con cuidado, como le enseñó su mamá.
Ella quiere que su hijo, Ricardo, esté preparado para el partido de fútbol que tiene más tarde en una escuela cercana. Ella solo quiere verlo tener éxito en cualquier rumbo que decida tomar en su vida.
De repente, escucha que algo se rompe en la sala. Ella se apresura de la manera en que solo una madre puede, solo para ver que su pequeño Ricardo acaba de romper una reliquia familiar con su pelota.
Con el rostro lleno de rabia, agarra su chancla y comienza a correr detrás de Ricardo.
Veinte años después, Ricardo es un hombre de negocios y, con gran vergüenza, les cuenta a sus padres cómo perdió todo el dinero de su inversión en una estafa evidente de NFTs.
Tanto Inés como Ricardo miran hacia un sofá cercano donde está la chancla de Inés. Luego, sus ojos se encuentran. Ricardo comienza a correr por su vida.
“Cuando mencionas la chancla, se me viene a la mente todos estos sketches [de comedia] alrededor de la madre latina con la chancla”, dijo María Camila Contreras, psicóloga clínica colombiana. “Siempre como un chiste y nunca como una preocupación sobre cómo vemos el castigo físico”.
Esta representación del castigo físico como algo común y ridículo en la cultura latina ha hecho que algunas personas lo sientan como algo normal, o incluso esperado, a la hora de criar a un niño.
Como sociedad, tendemos a estar de acuerdo con que la violencia es algo negativo, entonces, ¿por qué algunas personas la usarían contra sus propios hijos?
“[Existe] esta creencia cultural de que es lo que hay que hacer, que así se forma el carácter o que así se forma un buen ciudadano”, dijo Contreras.
El psicólogo y psicoterapeuta mexicano Rafaél Kérlegan proporcionó una explicación histórica para este comportamiento.
“Hay que entender que la cultura mexicana, como todas las culturas latinoamericanas, […] es una cultura violenta históricamente”, dijo.
Para algunos, el castigo físico es incluso una parte esencial de una educación apropiada. La psicóloga argentina Antonella Salerno propone que la gente tiende a justificar esto minimizando los posibles efectos negativos o apelando a la tradición.
“La normalización como defensa es la que muchas veces aparece como: ‘Bueno, pero no es para tanto’, ‘Lo que está tratando es de criarme’ o ‘Antes era así’”, dijo. “Todos estos discursos que existen perpetúan la manera de criar a través de los castigos físicos”.
Lamentablemente, el problema del abuso de los padres en América Latina empeoró durante la pandemia, y de manera especialmente desproporcionada en las comunidades de bajos ingresos, según el Banco Interamericano de Desarrollo.
Es importante reflexionar sobre cómo la normalización del castigo físico en niños de comunidades latinas podría estar afectando a la población a nivel personal y social.
Kérlegan afirma que el abuso puede causar un daño neuronal real, además del daño emocional. “El maltrato —ya propiamente hablando la violencia— siempre va a generar algún tipo de secuela”, dijo.
Además, los niños que enfrentan abuso con violencia como método común de castigo, no tendrán la misma forma de interactuar con los demás en comparación con un niño que no enfrenta ese abuso.
Contreras explicó cómo la teoría del apego aplica a los niños que sufren abuso por parte de sus padres.
Esta teoría explica la forma en que se forman las relaciones con otros en humanos desde la infancia. Dependiendo de la respuesta del cuidador a su búsqueda de afecto, la persona aprende a confiar y tener relaciones saludables, llamado apego seguro, o a desconfiar y tener dificultades para abrirse completamente, llamado apego inseguro.
“El niño busca quien lo cuide, pero quien lo cuida es quien lo lastima”, dijo Contreras. “Y eso básicamente desorganiza al niño un montón. Porque entre más lo lastime, más va a querer que lo cuide”.
Aunque hoy en día la mayoría de los padres entienden que el castigo físico tiene consecuencias negativas, eso no impide que lo utilicen en algunas ocasiones.
“Tiene que ver con la desregulación emocional de los padres y la falta de recursos alternativos para gestionar todo lo que la paternidad y la maternidad implican”, dijo Salerno. “Entonces, cuando hay desregulación emocional y la persona está sacada de sus cabales, […] y puede llegar a este tipo de actos”.
Si bien he estado pintando una imagen oscura de la crianza de los hijos en la comunidad latina hasta ahora, sería un error centrarse sólo en los aspectos negativos cuando también hay representaciones de la crianza latina como especialmente amorosa, afectuosa y con padres involucrados en la vida de sus hijos.
“Hay más cosas culturales de las mamás latinas”, dijo Contreras. “Por ejemplo, la comida, nosotros somos muy del afecto a través de los platos, de compartir las comidas, de expresar ese cuidado con ese ‘mijito no se vaya sin desayunar’”.
Criar a los hijos y mantener una familia unida es complicado, y causar daño a alguien a quién se ama es algo que lamentablemente sucede.
Al dar más visibilidad al cuidado que al abuso, las personas aprenderán una mejor manera de abordar situaciones difíciles en la crianza de los niños.
“Hay que cuestionarse por qué no le hacemos más centro y más fiesta a ese tipo de características de las mamás latinas, que están centradas en el cuidado y en el cariño, en lugar de las que están centradas en la violencia”, dijo Contreras.