Olivia Pérez bailó en el evento FERIA que se llevó a cabo justo fuera del Centro de Bienvenida en la universidad DePaul el jueves 22 de septiembre para celebrar el comienzo del Mes de la Herencia Hispana.

Pérez, una estudiante de primer año, dijo no haber visto a muchos otros estudiantes latinos en sus clases, por lo que vino al evento para conocer a otros que tengan sus mismas procedencias.

“Realmente no estoy acostumbrada a estar lejos de mi familia, y mi cultura es una gran parte de lo que soy”, dijo Pérez. “Así que venir aquí fue una forma de volver y experimentar mi herencia”.

Autos lowrider, camisetas con aerógrafo, comida, música, baile, muchos estudiantes, y más, llenaron el estacionamiento donde la gente se reunió para celebrar el Mes de la Herencia Hispana.

En el evento, Pérez bailó con su amiga, Camila Guadalupe, quien también vino a celebrar y conocer gente nueva. Su parte favorita fue poder cantar y bailar canciones con personas que ya conocía y otras que estaba comenzando a conocer.

“[Mi parte favorita es] que todos conocen todas estas canciones porque hemos crecido con ellas”, dijo Guadalupe. También dijo que cantar con otras personas es “muy reconfortante y es solo un sentido de comunidad”.

Muchas personas que asistieron, hablaron sobre la música. Estudiante de DePaul, Jonathan Castañeda dijo que le gustó cómo el evento trató de representar a muchas comunidades latinas. Después de lo ocurrido con el huracán que acaba de devastar a Puerto Rico, un grupo, Africaribe, interpretó danzas puertorriqueñas y caribeñas.

“Los latinos no están formados únicamente por los pueblos indígenas de América Latina”, dijo Castañeda. “Se mezclaron con los españoles y también con las personas que se trajeron de África en ese entonces”.

Sin embargo, su parte favorita del evento fue escuchar hablar a un grupo de activistas comunitarios, los Young Lords, sobre su historia con la universidad DePaul.

Los Young Lords lideraron una lucha contra la Universidad DePaul cuando comenzó a gentrificar el vecindario de Lincoln Park y comprar casas y edificios para expandir el campus. Por lo que, debido a su expansión, la población puertorriqueña y de clase trabajadora que vivía en el barrio se vio obligada a mudarse.

“Ser mejor para mí y celebrar parte de esa herencia que una vez fue oprimida es un buen sentido de orgullo de aquí viniendo de personas que tenían peores condiciones que nosotros”, dijo Castañeda.

Mientras recordaba la historia, el estacionamiento se llenaba de muchos lowriders. Los Lowriders son parte de la cultura chicana y su historia se remonta a la década de 1940 entre los Mexicanos Americanos.

Alberto Melgoza, quien tiene su auto desde hace 17 años, dijo que el trabajo con los lowriders nunca termina. Si bien volvió a pintar el exterior, rehizo el interior y el motor, todavía espera pintar un mural en el costado del automóvil y continuar haciendo renovaciones..

“Esto es como una cosa latina”, dijo Melgoza. “Hacemos los autos que saltan hacia arriba y hacia abajo, y podemos bajarlos de lado a lado, hacia adelante y hacia atrás, definitivamente es muy divertido y nos separa de otras culturas porque… somos nosotros quienes comenzamos esto en el pasado”.

Miguel Bucio recuerda cuando trajo su auto a casa por primera vez. Mientras remolcaba el automóvil de regreso a casa, revisaba sus espejos cada cierto tiempo para asegurarse de que el automóvil todavía estaba seguro en el remolque. Cuando compró el coche, no tenía motor. El único pedido del propietario fue arreglarlo y cuidarlo.

Bucio tiene el auto desde hace 15 años y lo considera como uno de sus hijos. Su parte favorita de tener el auto es cuando está conduciendo. Le encanta escuchar a la gente decir que les gusta su auto y el ver a los estudiantes en el evento tomar fotos frente a su auto lo hizo sentir feliz.

“Se siente como en casa porque todos son parte de él y todos se divierten”, dijo Bucio. “Luego se van a casa y hablan de las cosas buenas que vieron hoy. Todos son realmente como una familia”.