Las flores de cempasúchil siguen guiando las almas de seres queridos fallecidos durante Dia De Los Muertos

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Stephania Rodriguez | La DePaulia

Rocio Olea a la izquierda y Maria Guadalupe Olea a la derecha paradas en frente de Panaderia Nuevo Leon en Pilsen vendiendo flores de cempasúchil.

Viviendo en el estado mexicano de Guanajuato, Ubertino Soto alquiló un terreno para construir una granja y cosechar flores de cempasúchil para venderlas a una empresa como alimento de animales.

Durante tres meses, Soto cosechó  flores de cempasúchil y cada semana las llevaba a la ciudad de Celaya, Guanajuato para entregarlas a la empresa. Él no recibiría ningún pago hasta el final de la temporada de cosecha.

Un día, volviendo a casa después de cobrar su sueldo, Soto resultó involucrado en un accidente automovilístico y falleció.

Varios años después de su muerte, Juliana Soto, la nieta que jamás conoció, y una estudiante de DePaul, lo recuerda y cuenta la historia de su muerte a sus compañeros del grupo DePaul Tepeyac.

“Es extraño que él estuviera cosechando y vendiendo flores de cempasúchil, y que muriera poco después,” dijo Juliana Soto.

A pesar de ser una de las celebraciones más populares en México, Juliana Soto, al igual que muchos otros mexicano-estadounidenses de primera generación, creció con poco conocimiento sobre el Día de los Muertos. Ella no conocía el significado de la tradición de las flores de cempasúchil en relación con las ofrendas.

La tradición del Día de Los Muertos dice que el aroma de la flor de cempasúchil guía a las almas de los difuntos en el camino hacia la ofrenda que les espera en el mundo de los vivos. (Stephania Rodriguez | La DePaulia)

Las flores de cempasúchil son originarias de México y su nombre proviene del náhuatl “Cempoalxochitl” que significa “veinte flores” o “varias flores,” según el Gobierno de México.

La relación de las flores de cempasúchil con el Día de Los Muertos empezó por La Leyenda de la Flor de Cempasúchil. La leyenda cuenta la historia de amor de un par de jóvenes Aztecas,  Huitzilin y Xochitl, que existieron hace mucho tiempo, y crecieron juntos en la infancia y más tarde se enamoraron.

Después de la muerte de Huitzilin en una batalla, Xochitl le pidió al dios del sol, Tonatiuh, que la uniera con su amado en la eternidad. Tonatiuh le concedió su deseo y la convirtió en una flor de cempasúchil.

Huitzilin después fue convertido en un colibrí y se posó en el centro de la flor, y así fue como se reunieron él y Xochitl.

En el Día de Los Muertos, la tradición dice que el aroma de la flor de cempasúchil guía a las almas de los difuntos en el camino hacia la ofrenda que les espera en el mundo de los vivos.

“Esta es una clara referencia a que el aroma de esta flor guía con amor a las personas que se fueron, y que esperamos regresen a visitarnos año con año, y así reencontrarnos con nuestros seres queridos, tal como lo hicieron Xóchitl y Huitzilin,” dice el Gobierno de México.

La relación de la flores de cempasúchil y el Dia de Los Muertos viene de una leyenda indigena, “La Leyenda de la Flor de Cempasúchil.” (Stephania Rodriguez | La DePaulia)

El aroma de las flores sigue a Maria Guadalupe Olea, quien ya lleva 15 años vendiendo flores cempasúchil en el vecindario de Pilsen, en frente de Panaderia Nuevo Leon en la Calle 18. Este año empezó a venderlas el 25 de octubre y seguirá hasta el 2 de noviembre.

Gracias a la publicidad que le han dado las redes sociales, Olea ha vendido muchas flores en los últimos dos años.

Un día, mientras ella trabajaba, una empleada de Panaderia Nuevo Leon le preguntó a Olea si le gustaría hacerse viral en internet.

Desde entonces, Olea dice que le ha ido bien en las ventas.

Dice, también, que el aumento de éstas se debe en gran parte a la popularización del Día de los Muertos gracias a la película de Disney, “Coco.”

“Gente de todas las razas empezó a venir a mi puesto a comprar cempasúchiles,” dijo Olea.

“Querían intentar seguir la tradición porque les gusto mucho la forma en que la película presentaba cómo celebramos el Día de Los Muertos con nuestras familias. Eso abrió la puerta a muchas ventas”, ella dijo.

Otros años, Olea ordenaba ​solo unas pocas cajas de flores para vender, y ahora dice que ordena más de 65 cajas.

A diferencia de otros años, su hermana, Mirna Romero, no estuvo presente para vender las flores con ella, pues falleció hace unos pocos meses.

“Me siento sola,” dijo Olea. “Siento que una parte de mi corazón se ha ido. Estaba tan acostumbrada a que ella estuviera cerca de mí – siempre estábamos juntas.”

Olea dice que planea seguir vendiendo flores de cempasúchil en su mismo puesto en Pilsen, pero nunca será igual sin la compañía de su hermana.

“Ella fue la mejor mamá, hermana, amiga”,  dijo Olea.