Chicago, una ciudad santuario para migrantes ‘solo en el papel’
A medida que continúan llegando solicitantes de asilo, la ciudad exhausta recursos, y hacen falta soluciones integrales, dicen líderes políticos de la ciudad
En la parte de atrás de la Iglesia Metodista Unida Adalberto en Humboldt Park, un hombre de 29 años, su esposa y su hija viven en una habitación pequeña en una nueva ciudad donde esperan tener un futuro mejor.
Como muchos migrantes recién llegados, Dennis Ferreira dijo que no ganaba suficiente dinero para alimentar adecuadamente a su familia en Venezuela. Hacía $30 al mes en su país de origen donde actualmente están pasando una crisis económica. Fue por eso que Ferreira decidió hacer la travesía al norte con su familia en busca de trabajo estable.
“Tuve la suerte de tener la oportunidad de ser transferido a un refugio para [migrantes] en San Antonio, donde trabajadores sociales compraron boletos de avión para mí y mi familia a Chicago”, dijo.
Ferreira y su familia parecieran ser más afortunados que la mayoría de migrantes que recién han llegado al área de Chicago. Los cuales ya incluyen más de 5,000 solicitantes de asilo, la mayoría de ellos de Venezuela, quienes han sido transportados en autobús a Chicago desde Texas y Colorado desde agosto, según las autoridades. Otros llegan por sí mismos, donde esperan obtener ayuda.
A diferencia de otros migrantes, Ferreira y su familia encontraron un hogar acogedor. Llegaron a la Iglesia Metodista Unida Adalberto, que se convirtió en un refugio para solicitantes de asilo durante los últimos meses.
Ha habido informes recientes de migrantes que duermen en estaciones de policía, hospitales y pasan el día en centros de acogida, esperando encontrar un refugio que tenga camas disponibles mientras esperan para presentar su caso de asilo con oficiales de migración o encontrar un trabajo.
Los funcionarios de la ciudad dijeron que la mayoría de los refugios están llenos. A la vez, la administración de Lightfoot ha abogado constantemente por más fondos del estado y del gobierno federal.
La pastora de la iglesia, Jacobita Cortes, dijo que ha dado la bienvenida a más de 140 recién llegados a su humilde iglesia en Division Street. A pesar del reducido espacio, Cortés se asegura de que “cada migrante tenga una cama”.
La llegada de migrantes de Venezuela y otros países latinoamericanos ha llevado a que los defensores y líderes comunitarios le pidan a la ciudad que suministre más recursos para apoyarlos.
Cuando los funcionarios de la ciudad anunciaron que más de 200 migrantes serían alojados por hasta dos años en una antigua escuela primaria en Woodlawn, algunos residentes del barrio predominantemente afroamericano, se opusieron a la apertura del refugio en el barrio.
Aunque desde entonces, líderes de iglesias en Woodlawn se han ofrecido a proporcionar servicios sociales a los recién llegados. Residentes y líderes religiosos del barrio crearon la iniciativa llamada Chicago 4 All, que ofrecerá a los migrantes servicios bilingües y recorridos por la zona para involucrarse en proyectos comunitarios.
Algunos migrantes también están alojados en un hotel justo al lado de Magnificent Mile y reciben alimentos en una despensa patrocinada por la Cuarta Iglesia Presbiteriana de Chicago. Cuando un reportero de The DePaulia trató de entrevistar a algunos de los migrantes, los empleados de la iglesia y del hotel les pidieron que se fueran y amenazaron con llamar a la policía.
Byron Sigcho-López, el concejal del distrito 25, dijo que los solicitantes de asilo deben ser transferidos a áreas con mayor población latina para proporcionarles recursos equitativos, prevenir las barreras del idioma y proporcionar mayores niveles de comodidad.
“Existen infraestructuras como servicios bilingües en escuelas y centros de salud para refugiados en las comunidades latinas, pero los migrantes han sido ubicados en áreas que carecen de estos recursos”, dijo Sigcho-López.
Sigcho-López añadió que los funcionarios no han respondido adecuadamente a la situación.
“Somos una ciudad santuario acogedora, pero solo en papel”, dijo Sigcho-López. “A través de las acciones, hemos visto un manejo deficiente de la crisis humanitaria con respecto a los refugiados”.
Un portavoz de la alcaldesa Lori Lightfoot dijo que la ciudad “sigue respondiendo a esta crisis humanitaria y sigue dedicada a apoyar a los recién llegados”.
El objetivo es conectar a los inmigrantes con los servicios de la ciudad según el reporte.
Funcionarios estatales ahora están considerando un plan para trasladar a más de 650 inmigrantes a un K-Mart vacío en el lado suroeste de Chicago, según un informe reciente de WTTW. El plan ha generado objeciones de los funcionarios locales electos, incluida la representante Angélica Guerrero-Cuéllar.
En una carta al Departamento de Servicios Humanos de Illinois, Guerrero-Cuéllar escribió que no creía que la antigua tienda pudiera alojar adecuadamente a los migrantes.
“Quedan muchas preguntas sobre si la instalación está preparada para servir como vivienda segura para tanta gente”, dijo.
Otros críticos a la manera en que el gobierno estatal y de la ciudad han respondido a la afluencia de migrantes en la zona, como Sigcho-Lopez, dicen que la ciudad necesita un plan integral.
Sigcho-Lopez dijo que su administración y otros concejales han intentado durante varios meses comunicarse con la administración de la alcaldesa Lori Lightfoot para crear un plan estructurado, pero han sido ignorados cada vez.
“El estado y la ciudad no ven este tema como importante”, dijo Sigcho-López.
El gran número de migrantes que continúan llegando a Chicago ha puesto presión sobre la capacidad de la ciudad para albergarlos y apoyarlos, dijo Sigcho-López.
“Tenemos una crisis habitacional exhibida por la pandemia, el desempleo, la pobreza y la violencia”, dijo.
De manera similar, el ex concejal del Distrito 26, Roberto Maldonado, quien representó al vecindario de Humboldt Park, compartió sus desacuerdo con el protocolo que la ciudad de Chicago creó en respuesta a este tema.
“La orientación que la ciudad ha dado a los migrantes que se encuentran en la calle es [que] se dirijan al distrito policial o vayan a un hospital, lo cual es una locura”, dijo Maldonado. “¿Qué van a pensar los migrantes si les decimos esas dos opciones? No van a ejercer esas opciones porque esos no son los lugares para quedarse”.
Sin embargo, Maldonado cree que la administración de Lightfoot ha tenido “buenas intenciones” pero el rechazo de los gobernadores republicanos a colaborar con los funcionarios de la ciudad para crear un plan estructurado al enviar solicitantes de asilo a Chicago, ha causado la crisis actual.
“En cambio, los están tirando aquí porque somos una ciudad santuario”, dijo.
Maldonado dijo que trató de ayudar a los migrantes donando ropa, pero el protocolo de la ciudad de solo aceptar prendas de vestir nuevas fue un desafío para él.
Maldonado también dijo que no está seguro que tan involucrados están otros concejales con este tema porque dejó de asistir a reuniones sobre la crisis migratoria en Chicago.
Las reuniones quincenales con los miembros del consejo de la ciudad se llevan a cabo a través de Zoom y Maldonado dijo que “todo fue palabrería” y no condujo a soluciones reales.
“Al final del día, somos 50 miembros, y si tuviera que realizar una encuesta manteniendo el nombre de todos en el anonimato, a la mayoría de ellos no les importaría una mierda los migrantes aquí”, dijo Maldonado. “Muchos preferirían no tenerlos aquí”.
Con una nueva administración para reemplazar a la de Lightfoot, Maldonado cree que el próximo alcalde debe estar dispuesto a invertir financieramente para resolver esta situación. Dijo que debería haber un comité designado que pueda proponer un plan de infraestructura para ayudar con la crisis humanitaria.
Mientras tanto, Ferreira y su familia cuentan que hicieron un viaje difícil y peligroso a través de ocho países para llegar a la frontera de Estados Unidos con México.
“Pasé muchas noches de hambre a lo largo de mi viaje”, dijo Ferreira.
No mucho después de su llegada a la Iglesia Metodista Unida Adalberto, Ferreira consiguió un trabajo con la ayuda de Cortés. Ahora, él mantiene a su hija y esposa trabajando diariamente turnos de nueve horas.
Como solicitantes de asilo, la mayoría no pueden trabajar mientras esperan un permiso de trabajo y su cita de inmigración para dar seguimiento a su caso. Algunos optan por encontrar donde trabajar sin tener permiso.
Ferreira dice que está agradecido por la oportunidad.
“Valoro todo lo que tenemos ahora”, dijo Ferreira. “Una simple botella de agua: Durante mi viaje, hubo muchas ocasiones en las que no pude pagar una”.
En la iglesia, con adiciones como nuevas instalaciones de cocina y ducha, Cortés hace todo lo posible para que los migrantes se sientan cómodos. Ella dijo que ellos no tienen reglas sobre con quién pueden hablar, adónde pueden ir o cuánto tiempo pueden quedarse fuera.
“Me aseguré de siempre respetar la libertad que tienen estos migrantes”, dijo Cortés. “No quería que este refugio se sintiera como una cárcel o un centro de detención”.