Entre prisiones y pandillas: El Salvador busca salidas a una historia de violencia
Sin acceso al exterior, recluidos en celdas superpobladas sin colchones, son las condiciones que esperan los presos salvadoreños durante el estado de emergencia de El Salvador.
Desde Chicago, diversas voces se expresan sobre la complejidad del surgimiento de pandillas que aterrorizaron a la población y las soluciones que dió el gobierno actual a ello.
Hace un año el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, declaró un estado de emergencia buscando responder a la violencia generada por las pandillas. Desde entonces, Bukele ha encarcelado a más de 65.000 personas.
“La gente se está muriendo de hambre”, dijo el profesor de política latina Joe Tafoya sobre los presos.
El estado de emergencia promueve un estado de excepción declarado por la asamblea legislativa que permite la suspensión de ciertos derechos constitucionales.
De acuerdo con información obtenida del Latin Alliance por la profesora de estudios sobre refugiados y migraciones forzadas Kathleen Arnold, explica qué les han suspendido a los presos.
“Derecho a asociación; derecho a conocer motivos y derechos de la detención; límite de 72 horas de detención administrativa; y derecho a privacidad en comunicaciones”, dijo Arnold.
La cultura de las pandillas ha sido tan prominente que llegó a haber una población de más de 70.000 pandilleros.
Para explicar el porqué de esta afluencia de pandillas debemos remontarnos a la guerra civil de El Salvador, entre los 70s y los 90s.
La guerra civil fue un conflicto entre el gobierno salvadoreño y organizaciones revolucionarias de izquierda y causó que muchos emigraran a los Estados Unidos para buscar refugio.
“El conflicto entre los dos bandos en [la] guerra se convirtió en una hipermilitarización. Creó una afluencia de armas y una agresión exagerada del gobierno a su propia gente”, explicó Tafoya.
En su lucha contra las pandillas, Estados Unidos deportó a un gran número de pandilleros latinos.
Juan Antonio Padilla estuvo en el ejército salvadoreño durante la guerra civil. Él explica que los acuerdos de paz disolvieron a la policía original, que había promovido la violacion de los derechos humanos, esto dejó al estado muy débil y sin una policía nacional estable.
“Después de una guerra civil existe ese vacío de seguridad y pues surgen muchas pandillas o grupos armados”, dijo Padilla.
Bajo estas condiciones muchos ex combatientes salvadoreños que tenían entrenamiento de combate y poca educación se fueron involucrando en las pandillas.
Padilla testifica que la falta de oportunidades y corrupción de los partidos políticos, causó que las pandillas se siguieran desarrollando, “como un pequeño cáncer”.
El profesor Tafoya reconoce que la influencia extranjera de los Estados Unidos durante y después de la guerra civil tuvo un gran impacto en este conflicto con las pandillas.
“Efectivamente creamos las pandillas que fueron exportadas de regreso a El Salvador por las personas que fueron deportadas. Y esas pandillas luego se replicaron y su estructura de liderazgo se volvió internacional”, dijo Tafoya.
También agregó que la influencia de la industria penitenciaria privada estadounidense puede verse reflejada en instituciones como el Centro de Confinamiento del Terrorismo (CECOT).
“Te preguntas acerca de la influencia estadounidense. Piensa en las prisiones privadas que fueron muy grandes entre 2010 y 2015”, expresó Tafoya.
Pero aunque los arrestos masivos y la institucionalización del sistema de prisión le ha proporcionado seguridad a los ciudadanos salvadoreños, también ha provocado varios debates sobre este sistema de encarcelamiento y si está violando los derechos humanos de los que han sido capturados.
“Estar sujeto a arresto arbitrario, detenido sin acceso a asesoramiento legal, recluido indefinidamente sin juicio y recluido en una prisión sobrepoblada son todas violaciones de derechos humanos”, añadió Rose Spalding, profesora de política latinoamericana.
Ella explicó que esto ha provocado que las autoridades arresten a individuos con sólo sospechas y sin un proceso judicial. Hay más de cinco mil que han sido arrestados incorrectamente sólo por asociación.
“Simplemente fueron arrastrados junto con los demás porque estaban en la vecindad o eran jóvenes de un barrio de bajos recursos”, comentó Spalding.
Los salvadoreños, tanto en su país natal y en Chicago, siguen divididos considerando si los cambios drásticos que ha implementado el presidente Bukele han sido adecuados.
“Es como si me diga que prefiere una medicina amarga o continuar con la enfermedad”, expresó Padilla.
Mientras algunos expresan que, aunque las medidas radicales aún son necesarias para poder exterminar las pandillas, otros indican que no es suficiente para construir un cambio permanente.
“A menos que se aborden los problemas estructurales más importantes, es poco probable que la detención masiva sea una solución duradera al problema”, dijo Spalding.