Claudia Galeno-Sánchez, una madre inmigrante mexicana, recuerda haber pensado que sería sólo otra noche en su hogar en Pilsen, cuando de pronto escuchó a su hija llorar en el patio trasero. Los susurros de una tormenta acercándose también la tomaron por sorpresa.
Cuando abrió la puerta, encontró a su hija, Claudia Bicchieri, protegiendo a una oruga mientras le suplicaba que la llevara adentro.
Mientras Galeno-Sánchez intentaba disuadirla de llevarla a dentro de la casa, su hija gritó: “¡La tormenta viene! Tenemos que salvarla.”
Como esa oruga, Galeno-Sánchez recuerda alguna vez haberse sentido atrapada.
Sin documentos, tuvo que cruzar la frontera desde México a Estados Unidos escondida en el maletero de un coche. Poco después de instalarse en los EE. UU., su padre falleció.
“Me sentía como en una jaula, sin poder regresar a México, sin poder cruzar fronteras, sin la libertad de volver a mi país,” dijo Galeno-Sánchez.
Al igual que la oruga, Galeno-Sánchez sobrevivió a la tormenta.
Después de ser cuidada y alimentada por madre e hija, la oruga se transformó en la primera mariposa cola de golondrina negra en el patio trasero de Galeno-Sánchez.
Aunque en ese momento no lo sabía, ese fue el primer paso en su misión de darle más espacios verdes a Pilsen y La Villita, gracias a una subvención del Departamento de Salud Pública de Chicago.
“Sus alas le dan la libertad de poder ir, viajar, cruzar fronteras, cruzar países,” dijo Galeno-Sánchez, describiendo a las mariposas monarca, un símbolo para millones de migrantes mexicanos.
Después de criar a la mariposa con su hija, Galeno-Sánchez decidió salvar a más. Fue entonces cuando creó un santuario en su patio trasero.
Comenzó a aprender sobre mariposas y plantas nativas a través de talleres en el “El Valor Guadalupe Reyes Children & Family Center”, donde sus hijos comenzaron su educación temprana, dijo Galeno-Sánchez.
Paso a paso, comenzó a recolectar huevos, plantar más arboles y albergar orugas. Su objetivo era crear “un espacio donde las mariposas pudieran emerger” en su patio trasero como una forma de enseñar a sus hijos sobre la naturaleza durante la pandemia.
Como no podían salir de casa durante ese período, comenzó a pedir a sus vecinos que le trajeran las plantas y herramientas necesarias para crear su santuario.
La noticia se extendió, y poco después, más miembros de la comunidad se unieron a la iniciativa. Juntos, aprendieron no solo sobre mariposas, sino sobre las plantas nativas, que son un elemento clave en la ruta migratoria de la mariposa monarca hacia México.
Hoy en día, ese grupo de vecinas se conoce como Mujeres Por Espacios Verdes. La organización se solidificó como un proyecto a través del comité de mujeres en Working Family Solidarity (WFS), una organización sin fines de lucro con sede en Chicago.
El grupo tiene como objetivo “unir a mujeres de color de bajos ingresos” para expandir los espacios verdes en vecindarios como Pilsen y La Villita para mejorar las condiciones ambientales locales y salvar a especies en peligro de extinción.
“Urge en Pilsen. Necesita mucha reforestación, como están otros espacios,” dijo Bertha Ontiveros, residente de Pilsen y miembro de Mujeres Por Espacios Verdes.
Ella recordó cómo Galeno-Sánchez “impulsa” a los demás miembros de la comunidad a seguir fomentando el cambio al organizar talleres para enseñar a otros sobre las plantas nativas y la importancia de los espacios verdes en la comunidad, dijo Ontiveros.
“Es difícil y triste decirlo, pero las especies de mariposas, las especies de aves y muchas otras especies animales están desapareciendo”, dijo Galeno-Sánchez.
Para combatir esto, la organización planta árboles nativos en Pilsen, La Villita y El Barrio de las Empacadoras. Los árboles son esenciales para la supervivencia de estas especies, especialmente plantas como el algodoncillo, que las mariposas necesitan para poner sus huevos y las orugas para alimentarse, dijo Galeno-Sánchez.
Winifred Curran, profesora de la Universidad DePaul, especializada en Geografía, Sistemas de Información Geográfica y Desarrollo Urbano Sostenible, dijo que las plantas nativas no requieren mucha atención en comparación con las plantas no nativas.
No necesitan tanta agua ni pesticidas, no son invasivas, por lo que pueden coexistir fácilmente con otras plantas y tienen más posibilidades de sobrevivir, explicó.
Los espacios verdes no solo apoyan el medio ambiente, sino también a la comunidad, dijo Galeno-Sánchez.
Mujeres por Espacios Verdes ha realizado talleres con estudiantes en Pilsen, en la Academia Orozco y la Escuela Pública Peter Cooper, para concientizar acerca de la importancia de las plantas nativas. A menudo, estos estudiantes, junto con sus madres y vecinos, ayudan a plantar las plantas nativas donadas por la organización.
Pero para expandir estos talleres a más escuelas, como sueña Galeno-Sánchez, necesitan más expertos que lideren los talleres y un mayor presupuesto, dijo.
“Quiero ayudar al cuidado de la naturaleza. Quiero ayudar a dejarles a ellos, a sus hijos, a sus nietos, un mundo con más árboles, un mundo con más flores, más plantas”, dijo Galeno-Sánchez.
Dado que los árboles y los espacios verdes son más escasos en vecindarios como Pilsen y La Villita, necesitan más recursos en comparación con otras áreas “más adineradas” de Chicago.
“Pilsen y La Villita han sido olvidados, de cierta manera, por la ciudad. Han sido olvidados por el distrito de parques”, dijo Galeno-Sánchez.
Debido a la disponibilidad de trabajos en fábricas, estas áreas han sido históricamente “barrios industriales” y “puertos para inmigrantes” y la clase trabajadora, dijo Curran.
Por esa razón, hay un legado de agua, tierra y aire contaminados, con efectos nocivos en la salud de sus residentes, que continúan hasta el día de hoy, explicó Curran.
La plantación de árboles alivia muchas de estas consecuencias ambientales, según ella. Beneficia la salud física y mental, reduce la contaminación, ayuda a bajar las temperaturas urbanas y limpia el aire para combatir el asma, una enfermedad común en estas comunidades.
Raed Mansour, director de la Oficina de Innovación en el Departamento de Salud Pública de Chicago (CDPH), dijo que la segregación racial ha impedido el desarrollo ambiental en estos barrios. Sin embargo, es optimista sobre el cambio positivo.
“Tomará tiempo corregir estos errores, pero estamos avanzando, un barrio a la vez”, dijo Mansour.
Aunque cree en la necesidad de un cambio, Curran teme que si proviene de la ciudad, la inversión pueda traer gentrificación.
Con la gentrificación ambiental, cualquier inversión en la comunidad podría potencialmente aumentar los valores de las propiedades y el desplazamiento de residentes de largo tiempo. Por lo tanto, “la toma de decisiones debe venir desde el nivel comunitario”, dijo Curran.
“Las personas que han sido afectadas deben decidir la mejor manera de resolver estos problemas. No puede ser una respuesta única dictada por la ciudad”, añadió Curran.
Este año, Galeno-Sánchez fue seleccionada como Tree Ambassador, lo que le dio acceso a una subvención de $14,000 de la ciudad, la mayor que ha recibido hasta ahora de cualquier donante.
El Departamento de Salud Pública de Chicago, en colaboración con la Iniciativa de Árboles de la Región de Chicago del Morton Arboretum (CRTI, por sus siglas en inglés), proporciona capacitación y herramientas a los miembros de comunidades históricamente privadas de árboles para que puedan identificar hasta 100 espacios verdes en propiedades públicas, dijo Melinda Escobar, especialista del Programa de Tree Ambassador.
El programa tiene como objetivo plantar 75,000 árboles en cinco años, dijo Mansour.
Para él, es clave que los miembros de la comunidad, que conocen íntimamente sus vecindarios, lleven a cabo el proyecto y le den forma a su hogar como mejor lo consideren.
“Este no es un programa de la ciudad donde se hace hacia la comunidad o para la comunidad; se hace con la comunidad”, dijo Mansour.
Galeno-Sánchez dijo que con esta subvención también ha podido proporcionar estipendios a los vecinos voluntarios y miembros de Mujeres Por Espacios Verdes que la han ayudado en su misión de encontrar 100 nuevos espacios verdes.
En el futuro, a través de los nuevos espacios verdes, Galeno-Sánchez espera crear empleos para los miembros de la comunidad, para que puedan permitirse quedarse en los barrios actualmente afectados por los altos impuestos a la propiedad.
“Este proyecto no existiría sin toda la ayuda que la gente, la comunidad, nos ha brindado”, dijo la madre.
Galeno-Sánchez ya ha encontrado 70 espacios verdes. Aunque los árboles tardan en crecer y cada año menos mariposas monarca parten de su santuario, dijo que mantiene la esperanza de que los árboles y las plantas nativas en su comunidad ayudarán a que la próxima generación de mariposas prospere.
Ella espera que los colores en las alas que vio volar por primera vez sigan impresos en las mariposas del año siguiente, incluso, cuando ya no esté para verlas partir.
“Cuando muera, regresaré en forma de mariposa”, dijo Galeno-Sánchez a sus hijos.
“Mamá, voy a ayudarte a seguir plantando árboles. Voy a ayudarte a seguir plantando plantas”, respondió su hijo menor, Leone Bicchieri.
“Siempre habrá mariposas, y siempre estaré contigo”, dijo Galeno-Sánchez a su hijo.