Feb. 16, 1939 — “Te apuesto mi vida a que odiaré este lugar y a su gente mientras viva”, escribió una exhausta Frida Kahlo desde su cama de hospital en París. “Hay algo tan falso e irreal en ellos que me vuelven loca. Solo espero mejorar pronto y largarme de aquí”.
Así comenzaban los primeros y turbulentos días de la icónica artista mexicana en la Ciudad de la Luz, donde contrajo una infección renal casi al llegar. Sin embargo, el resto de su breve estancia en París daría paso a amistades duraderas que marcarían el inicio de su proyección internacional.
El Instituto de Arte de Chicago documenta esta visita decisiva en su exposición “Un mes de Frida Kahlo en París: una amistad con Mary Reynolds,” disponible hasta el 13 de julio.
Se trata de la primera vez que el museo presenta obras de Kahlo, y la entrada a la exhibición es gratuita con una identificación válida de DePaul.

Dividida en cuatro secciones, la exposición incluye varios autorretratos —entre ellos “Autorretrato con mono” (1938)—, dos cartas manuscritas y una naturaleza muerta que se presenta junto a encuadernaciones artísticas creadas por Mary Reynolds, la artista estadounidense que ofreció su hogar a Kahlo mientras se recuperaba.
Obras de la colección personal de Reynolds, incluido un cuadro del artista surrealista Salvador Dalí, ofrecen una mirada íntima a la experiencia de Kahlo como huésped en la casa de su anfitriona.
Tamar Kharatishvili, co-curadora de la exposición e investigadora del museo, escribió en un comunicado que el Instituto “es posiblemente el único museo que puede contar la historia del encuentro entre Kahlo y Reynolds” debido a que conserva la Colección Mary Reynolds.
En ese entonces, tanto Kahlo como Reynolds eran más conocidas por sus relaciones con artistas prominentes: Kahlo como esposa del muralista Diego Rivera, y Reynolds como pareja del surrealista Marcel Duchamp.
“Nos interesaba explorar estos paralelismos entre ambas mujeres, centrar sus prácticas artísticas y reflexionar críticamente sobre dónde y cómo tuvo lugar el surrealismo”, escribió Kharatishvili.
Kahlo fue invitada a París por André Breton, cofundador del movimiento surrealista, para exponer su obra. Pero siempre fue escéptica ante la etiqueta de “surrealista”. En una de las cartas que forman parte de la muestra, se burló de quienes pasaban horas “sentados en los ‘cafés’ calentando sus traseros preciosos … envenenando el aire con teorías y teorías que nunca se concretan”.

“La diferencia clave es que Frida sentía una conexión directa entre su arte y su realidad”, explicó Delia Cosentino, profesora del programa de Historia del Arte y Arquitectura de DePaul especializada en arte mexicano. “A diferencia de los surrealistas europeos, que le parecían más ajenos a la vida cotidiana”.
En una escala en Chicago, tres azafatas de vuelo serbias visitaron la exposición en su primer día en Estados Unidos.
Jelena Šovljanski, una de ellas, contó que admira a Kahlo desde la escuela elemental y que ganó una beca gracias a un vestido inspirado en su vida. Al preguntarle qué aspecto de Kahlo le gustaría incorporar a su propia vida, respondió: “ser mentalmente muy fuerte”.
Varias piezas destacadas, como “Autorretrato con el cabello cortado” (1940), “El venado herido” (1946) y “Árbol de la esperanza, mantente firme” (1946) reflejan la introspección de Kahlo sobre sus lesiones, sus relaciones tumultuosas y su orgullo por sus raíces mexicanas.
En “Árbol de la esperanza, mantente firme”, Kahlo se representa dos veces: acostada en una camilla, con heridas visibles en la espalda tras una cirugía, y sentada, erguida y vestida con un tradicional atuendo Tehuana, mirando al espectador con firmeza.
Mariana Vargas, estudiante internacional en la Universidad de Loyola en Chicago y originaria de Colombia, dijo que esta obra expresa cómo Kahlo abrazaba su identidad mexicana.
“El orgullo de ser latina que transmitía Frida es uno de los mensajes más poderosos que deja”, dijo Vargas. “Y es algo con lo que también me identifico”.

Para Cosentino, el furor popular por la imagen de Kahlo a veces opaca su papel como agente clave en la construcción de la identidad moderna de México tras la revolución.
No obstante, destacó que una de las mayores aportaciones de esta exposición es cómo revela la “red transatlántica” de artistas y pensadores en la que Kahlo y Rivera estaban inmersos.
“Y si esta muestra representa el primer acercamiento de alguien a la obra de Frida Kahlo, eso ya es algo fantástico”, concluyó Cosentino.
El Instituto también ofrecerá charlas gratuitas con la entrada general al museo. Las próximas incluyen “Por amor al arte — Mary Reynolds y Marcel Duchamp” el 10 de mayo, y “Frida Kahlo — La ciudad, el cuerpo y los dioses” el 21 de junio.