Una organización comunitaria sin fines de lucro al noroeste de la ciudad, extendió sus esfuerzos de ayuda a los migrantes al crear cursos de inglés para los recién llegados.
Los miembros de la comunidad de Jefferson Park han trabajado para brindar apoyo a los migrantes en Friendship Community Place (FCP) localizada en 5150 N. Northwest Hwy., en colaboración con la Iglesia Presbiteriana Friendship desde que comenzó a incrementar el número de solicitantes de asilo que llegan a Chicago.
La reverenda Shawna Bowman, una de las pastoras de la iglesia que ayuda a dirigir los esfuerzos, dijo que comenzaron a crear cursos de inglés después de que algunos migrantes recientemente expresaron su interés en aprender el idioma.
“Hubo algunas conversaciones sobre la necesidad de una clase de inglés como segundo idioma, específicamente para dar herramientas a las personas para abogar por sí mismas”, dijo Bowman.
Profesionales de diferentes industrias del vecindario son quienes brindan a sus nuevos vecinos las clases de inglés y cuidado de niños durante la clase.
Lena Charles, una estudiante del programa de enfermería de DePaul, y Rogelio Silva, un médico local y profesor clínico en la Universidad de Illinois, se han ofrecido como voluntarios para dar clases todos los jueves por la noche en FCP en su tiempo libre.
“Cada semana tratamos de centrarnos en algo que sea realmente utilizable y funcional, hablando de necesidades, emergencias, como moverse, simplemente inglés básico y funcional para poder desenvolverse un poco en la sociedad estadounidense”, dijo Charles.
Charles repasa los temas que se discutirán cada semana, centrándose a menudo en la pronunciación, frases simples y la formación de frases. También intentan dedicar al menos cinco a diez minutos a material relacionado con la educación cívica de los Estados Unidos.
Cada semana, Charles y Silva imprimen hojas con frases en inglés y español para enseñar su clase y dicen que han podido proporcionar libros de frases que contienen alrededor de 100 frases básicas en inglés y español.
Además de ofrecer clases de inglés para adultos, los voluntarios en FCP se centran en garantizar el cuidado de niños y actividades para los niños mientras sus padres están en clase.
Fannie Sanchez, es una de las miembros de la comunidad que brinda cuidado infantil.
“Les ayudamos a cuidar de los niños para que [los padres] puedan tomar clases de inglés, pero al mismo tiempo, también estamos ordenando ropa, abrigos o lo que sea necesario”, dijo Sánchez. “Así que cuando los niños entran y vemos que necesitan pantalones o zapatos, los tenemos y se los damos”.
Sanchez también presta servicios de traducción y otro tipo de apoyo a los migrantes que esperan en la estación de policía al otro lado de la calle para ser trasladados a un refugio de la ciudad.
Bowman trabaja con el equipo de FCP y otros miembros de la comunidad como Sanchez, para brindar apoyo en lo que pueden, incluido el apoyo legal a los migrantes en la estación. FCP también ha abierto su espacio de oficina para que los migrantes se reúnan con administradores de casos.
Esto les ayuda a realizar la admisión y acelera su capacidad para obtener permisos de trabajo, según Bowman.
Charles y Silva ocasionalmente brindan consejos o recursos a migrantes que expresan preocupaciones médicas.
El apoyo moral a los migrantes es importante para establecer la confianza y asegurarse de que sepan “que estamos aquí para ayudar”, agregó Sanchez.
“Están en modo de supervivencia. Están en modo lucha o huida, ¿verdad? Así que ahora tienen que adaptarse a tratar de seguir una estructura en la estación de policía o en un refugio”, dijo Sanchez. “Es difícil para eso… Así que creo que es más un apoyo para mostrarles que estamos aquí para ayudarlos y que pueden confiar en nosotros”.
María, una migrante que llegó recientemente a Chicago y que optó por no revelar su apellido por temor a represalias, dijo que su viaje fue largo y difícil. Al viajar, María tuvo que tomar un tren para poder llegar a México y solicitar asilo en la frontera.
“Eso es como un vagón, uno se mete ahí para uno poder andar en el tren. Cuando se te acaba el agua es horrible, se le ponen a uno así como tengo los labios resecos. No hay comida, no hay agua, no queda nada, los niños, uno se enferma, el calor es horrible, uno se sancocha dentro del calor”, dijo Maria. “Desde que llegamos aquí…duramos dos meses en la estación de policía.”
Después de dos meses durmiendo en el suelo de la estación de policía, María y su familia finalmente fueron trasladados a un refugio. Pero el refugio, dijo, no es un lugar seguro para ella y sus hijos, así que en su lugar regresa a FCP para las comidas casi todos los jueves.