De la lluvia al sol: mi viaje a ‘The Taste’ de La Villita

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Jacqueline Cardenas | La DePaulia

Una empleada de Mr. Quiles, un camión de comida mexicana, le da tacos a un visitante.

“Tal vez la bicicleta no fue la mejor opción”, pensé mientras me intentaba refugiar de la lluvia bajo un árbol. Era un esfuerzo inutil. Pude confirmar que estaba en el sitio correcto, a pesar de las apariencias: La escuela primaria Ortiz De Dominguez, en la 3000 S. Lawndale Ave, en el corazón de La Villita.

Aquí se estaba organizando una pequeña entrada para The Taste of Chicago o El sabor de Chicago.

Este festival es organizado anualmente por la Alcaldía de Chicago para promover la cultura gastronómica de la ciudad, aunque los últimos dos años ha sido interrumpido o limitado por la pandemia.

Aseguré mi bicicleta sin mi cuidado usual. Me gusta mi bici, pero no creo que ningún ladrón esté dispuesto a aguantar esta lluvia para robarla.

Cuando por fin pude ver el lugar del evento, la imagen era triste. Todos los presentes se refugiaban bajo las carpas mientras decidían si perder la esperanza e ir a sus carros.

Justo pude pasar, bajo mi paraguas, frente al escenario para escuchar la última canción que tocó la banda antes de decidir parar. Yo era el único frente al escenario.

Voy a ser sincero, el evento, en este punto, era un fracaso. Menos mal yo estaba con buena compañía. Fuimos a uno de los food trucks que estaba en medio de todo, entre las carpas. 

Pedí un burrito con horchata y nos fuimos a refugiar bajo una de las carpas cercanas. 

Hay una cosa que siento que pasa con muchos burritos y es que es difícil saber su calidad a menos que sea muy malo; este no era malo. Y, aunque era la primera vez que probaba horchata, me gustó mucho su dulzura.

Con esto recargué la energía que gasté viajando desde Portage Park hasta La Villita en bicicleta bajo la lluvia. Y, gracias a una perfecta combinación de buena conversación y de rica comida, ni siquiera me dí cuenta cuándo pasó la lluvia y salió el sol.

En el momento en que ya había llegado más gente y el festival se había reactivado, aproveché para acercarme a algunos de los asistentes.

Niños juegan en un tobogán inflable al lado de la escuela primaria Ortiz De Dominguez después de la lluvia. (Jacqueline Cardenas | La DePaulia)

Hablé con Arleth Salinas, una estudiante en Chicago que se encontraba en su primera asistencia a The Taste en La Villita, y que me contó sobre cómo se enteró del evento.

“Pues, estaba googleando por festivales de comida y me acordé de The Taste of Chicago, al que había ido en el centro. Pero entonces me di cuenta que había en cada vecindario y me di cuenta que estaba este hoy. Así que vine hoy”, dijo Salinas.

También mencionó otras cosas que hacían que el evento fuera agradable. “Es realmente bueno,” dijo Salinas. “Me encanta que tengan música. Y también es bueno que tengan todos los asientos alrededor.”

Esto es posible gracias al equipo encargado de la logística del evento. Entre quienes se encontraban en La Villita ese día estaba Alfonso Padilla, trabajador de la empresa de producción encargada de la logística del evento para el Departamento de Asuntos Culturales y Eventos Especiales de Chicago.

“[Nuestro trabajo consiste en] preparar todo, asegurarnos de que todos estos vendedores de comida de diferentes áreas de Chicago vengan aquí y tengan una buena experiencia. Con su comida, compartiéndola con las comunidades”, dijo Padilla.

Padilla también nos contó que hay más que solo trabajo para él en este evento.

“Me lleva de vuelta a mis raíces. Soy originario de South East Side. Sudeste de Chicago”, mencionó Padilla. “Esperamos poder traer ese tipo de experiencia a nuestras raíces. Ya sabes, mi familia tiene una rica historia aquí y también mi mujer, en este barrio. Entonces, queremos poder hacerle saber lo que hemos hecho en otros vecindarios, a nivel de producción, en este lado de Chicago.”

Pero la comida no acabó en el burrito y la horchata. Aproveché que el clima estaba mejor y que el evento ya estaba recibiendo a más personas, para acercarme a unas de las carpas de comida.

En la carpa, eran unas siete personas, trabajando muy coordinadamente. Algunas encargadas de la registradora, otras de las aguas frescas y, finalmente, otras en la parte de atrás armando los tacos.

Me acerqué y dije que quería los tacos y las aguas frescas, pero que primero quería saber si alguien me podía responder algunas preguntas. Todos señalaron a la misma persona.

Era Miguel Franco, el dueño del restaurante Healthy Substance, que me platicó sobre qué hacía destacar a su restaurante.

“Lo que nosotros hacemos es comida mexicana, pero vegana. Estamos aquí para comprobar que los animales ya no tienen que ver con nuestra comida”, dijo Franco.

Esto lo pude comprobar más tarde. Pedí un taco al pastor y otro de carne asada. Y, debo decir, los tacos sabían a lo que debían saber, algo que suele ser difícil de encontrar con la comida vegana.

Aunque no me consideraría vegano, siempre he tenido una atracción especial a ello y busco, cuando es posible, comida sin productos animales.

Franco confirmó que hacían todos los tacos tradicionales, como al pastor, de carne asada y de chorizo. Todos ellos cien por ciento veganos. 

“No involucran ninguna vaca; ningún puerquito tuvo que sufrir para que nosotros tengamos comida bien rica”, dijo Franco.

Finalmente terminamos hablando de su conexión con La Villita y aprendí un poco de la historia de este barrio. 

“No había nada de raza por estos rumbos. Y, luego, en 1973, mi padrastro, Camerino Gonzalez abrió su primera taquería, que es la taquería Los Comales”, contó Franco con orgullo. “Y pues este festival es tan increíble para demostrar todos los colores que esta ciudad tiene.”

Franco se despidió con un último: “¡Háganse veganos! ¡Salven a los animales, ellos no quieren ser comida!”

Luego de terminar los tacos, quedar muy lleno y no arrepentirme de nada porque disfruté cada instante de ello, nos acercamos a una parte diferente del evento. Aquí no había comida, sino organizaciones que trabajan con la comunidad de La Villita.

Aquí hablamos con Brooke Smith, que atendía la carpa del Centro Carole Robertson para el aprendizaje o CCR. Esta es una organización que busca educar, enriquecer y empoderar a niños y familias, con el fin de construir junto con las comunidades una sociedad más equitativa y justa.

Brooke Smith y su compañera de trabajo en Carole Robertson Center para el Aprendizaje distribuyen pañales, juguetes, libros, y otros recursos para niños. (Jacqueline Cardenas | La DePaulia)

Sus campamentos de verano ayudan a ofrecer un servicio esencial para familias cuyos padres trabajan y no tienen dónde dejar a los niños.

Esto es especialmente importante, dadas las largas filas y los comunes rechazos en campamentos y otros programas que suelen enfrentar padres, especialmente por barreras de idiomas y falta de acceso a internet.

La sede del CCR en La Villita está ubicada en la 2929 West 19th Street, pero también tienen sedes en North Lawndale, Albany Park y Near West Side.

“Brindamos cuidado de niños, y campamentos de verano después de la escuela para niños en Chicago desde dos meses o creo que [incluso] seis semanas, hasta la edad de 15 años”, dijo Smith.

Nos contó también un poco sobre su motivación para trabajar con el CCR.

“La posición de divulgación es realmente increíble porque puedo venir aquí y hablar con todos y ayudarlos. ¿Qué es mejor que regalar cosas y ayudar a las personas a inscribirse en el cuidado de niños?”, dijo con una sonrisa.

Hablar con Smith me ayudó a recordar que, aunque mucha gente viene a un evento como este solo por la comida, La Villita es mucho más que solo un lugar donde conseguir comida mexicana. En La Villita hay una comunidad que ha estado luchando en contra de la violencia entre pandillas y el abandono que se ha sentido de parte del gobierno.

Ya estaba listo para irme. Había comido más de lo recomendado, mientras escuchaba excelente música proveniente de la tarima principal, mientras aprendía también un poco más sobre La Villita.

Mientras abría el candado de mi bicicleta y me alistaba para regresar, me puse a pensar en cómo será The Taste of Chicago este año, después de dos años de pandemia. “Creo que para el evento principal, usaré el tren”, pensé.

Todavía pueden visitar The Taste of Chicago en el Grand Park que vuelve luego de una pausa por la pandemia. El festival irá de 11 a.m. a 9 p.m., este viernes, sábado y domingo, donde encontrarán la mejor comida de Chicago, acompañada de excelente música.

Mascotas, al igual que la gente, fueron bienvenidos a ‘The Taste of Chicago’ de La Villita.
(Jacqueline Cardenas | La DePaulia)